1/11/2007

El Practicante

Estoy trabajando… Parece increíble, pero es cierto, ya soy oficialmente el practicante/becario de Disain, Diseños Asistidos de Ingeniería. Pero, como casi todo, no estuvo exento de sus complicaciones…
Supuestamente, la fecha de inicio de la práctica era el 8 de Enero, la vuelta después de las eternas vacaciones de Navidad, que empiezan el 24, pero que acá siguen celebrando hasta el 6 de Enero, cuando llegan los Reyes Magos a traer aún más regalos, obligando a nuevas comilonas familiares en que el protagonista es el roscón de reyes, una especie de pan de pascua español con forma de donut, pero bastante más grande, con el bizcocho sabor limón, y adornado con almendras, piñoñes, e incomible fruta confitada. Y la gracia es que en alguna parte del roscón hay escondido un “regalo”, tipo sorpresa de los cereales envuelto en plástico, y el que la encuentra tiene el supuesto deber de pagar el roscón del próximo año, cuyo valor es, lógicamente, mayor al de la sonsa figurita que acaba de obtener, y que probablemente terminara perdida en el más recóndito rincón debajo del sofá más cercano. Terminadas las Navidades, llegan las rebajas en todas las tiendas, que tiran todo a la parrilla a precio de huevo, con las consiguientes aglomeraciones en todas partes y las viejas peleándose por esa prenda a la que le echaron el ojo hace rato pero que no querían comprar hasta que bajara de precio.
Pero ya me desvié del tema… Llegando a Madrid mi tío Ignacio, que me hizo el contacto con mi jefe, me dice que nos vamos a juntar al día siguiente para conocer a este señor. Yo ningún problema, y en eso quedamos. La cosa es que esa misma tarde llegó directo desde Alemania nuestro amigo Warning, con la consiguiente celebración nocturna que culminó pasaditas las 5 de la mañana, con las chiquillas pelando a los españoles que con tanto ahínco se las habían joteado las últimas horas, y Warning y yo preguntándonos que tipo de partículas habría depositadas en nuestros abrigos, lo cual en otra ocasión les explicaré por qué. O sea, al día siguiente de lo último que quería saber era de conocer al jefe.
La cosa es que más tarde me enteré que él mismo había cancelado la visita de esa mañana, así que no hubo pérdida alguna.
Después se fue de vacaciones y yo quedé de presentarme a trabajar el día 8, o sea el lunes. Y bueno, el domingo en la noche, después de despedir en el terminal a la Xixi, que partió rumbo a Barcelona de madrugada en un bus repleto de inmigrantes que hubiera asustado a cualquier europeo, llamé a mi tío para que me diera la dirección. Me dijo que fuéramos juntos, para hacer más evidente el culposo pituto, o enchufe como se dice acá, así que el lunes, vestido lo mejor que pude adaptarme al estilo “sport pero elegante” que me habían aconsejado para trabajar acá, me presenté en su oficina a las 9 y media. Mi tío era, además de la señorita que me abrió la puerta, el único que había llegado a esas horas de la mañana. Rápidamente se puso a llamar a mi jefe, pero no había caso, no contestaba ni el celular, ni el teléfono de la oficina. Yo le dije que se despreocupara, que ya iba yo solo en un rato, para dar tiempo a que llegara alguien, y porque él tenía una reunión en un rato más. Así que salí a la calle con una temperatura polar y entré a la primera cafetería que encontré, donde una simpática peruana me comentaba de lo triste que era el invierno porque todos se vestían oscuro, mientras me servía un café cortado a un valor con el que en Santiago me compro un litro de leche, un kilo de azúcar y un tarro de Nescafé.
Salí del café, habiendo calculado que ya habría llegado el jefe, rumbo a la oficina, poniendo atención a los nombres de las calles y sobre todo a la numeración, porque acá pasar del número 80 al 90 es como una cuadra si no más… Llego y encuentro el 104 de la calle Alcalá, que lucía a los pies de su fachada un enorme hoyo en la vereda quien sabe por qué, con la consiguiente presencia de los alterados técnicos y su maquinaria tratando de solucionar la avería. Toco el 5º B, y pregunto por Francisco San Román, mi jefe, tratando de escuchar algo con el molestoso ruido ambiente, no entiendo mucho que me están contestando, me preguntan si traigo algún paquete (será por el acento sudaca) y ahí ya me presento como “el sobrino de”, lo que me da el ticket de entrada. Llego al quinto piso y me abre Juanjo, el delineante, o sea el que plotea, y muy simpático me hace pasar. Inmediatamente me siento un poco ridículo, la pinta es sport, pero de elegante poco, ropa de calle común y corriente, y yo con pantalón negro, camisa y chaqueta. La empresa consta del jefe y él, así que tampoco había muchos más que me pudieran abrir la puerta. Ahí me entero que el jefe no ha llegado, que sigue en Menorca y que no llega hasta mañana. Me muestra las dependencias de la oficina, me explica un poco a que se dedican y me pregunta que qué hago yo. No sabía qué contestar, porque después de 5 años de carrera, todavía no lo tengo muy claro. Lo que sí se es lo que no se hacer: o sea plotear, así que en vista de que no hay jefe, no hay pega, y vuelvo a la casa con una mezcla de alegría por tener otro día libre y frustración por no tener mucho que hacer.
Al día siguiente llego nuevamente, pero ahora ya paso sin tocar el timbre de abajo. En la puerta de la oficina me recibe Juanjo que me comunica que el jefe todavía no llega, pero que como a las 4 de la tarde estaba en la oficina. Cordialmente me vuelvo a retirar, un poco desconcertado, pero dispuesto a hacer hora hasta las 4. Vuelvo a presentarme, esperando que la tercera sea la vencida, pero me toca otro fiasco: el jefe no llega hasta mañana. Vuelvo a la casa ya bastante frustrado, pensando en tener que hacer la práctica de nuevo en Santiago el próximo verano, y pensando a qué me voy a dedicar con tanto tiempo libre. Pero bueno, tampoco puedo renunciar antes de conocer al jefe!
Así que nada, el miércoles de nuevo voy, todavía vestido sport pero elegante para causarle una buena primera impresión al jefe, y por fin lo encuentro. Es un señor mayor, con cara de genio despistado y pinta de hippie, con pelo y barba largos y blancos. O sea, perfectamente se podría disfrazar de auténtico Viejo Pascuero en diciembre y ganarse unos pesos extra. Paso directo a su oficina, donde él me cuenta a qué se dedican y yo le cuento qué vengo a hacer, o más bien lo que creo que vengo a hacer. La empresa se dedica a hacer instalaciones varias en fábricas farmacéuticas, hospitales y demases, o sea crean un proyecto, lo presentan, y contratan a una constructora para que lo lleve a cabo. Todos los cálculos los hace mi jefe a mano. De verdad increíble, un verdadero ingeniero old-school. Me cuenta que ahora están con un proyecto en Zaragoza, que viaja allá todos los jueves y que en un par de semanas me lleva a ver la obra. Y ese día me deja una caja con 5 carpetas de ancho considerable para que me entere un poco qué es lo que hacen. Me dediqué todo el día a leer y tomar nota. Veo que no sólo hacen las instalaciones, sino que la obra civil y la arquitectura también, o sea diseñan la estructura, todos los cerramientos y demases, las instalaciones de climatización, ventilación, y protecciones varias y lo dejan todo acondicionado y listo para empezar a operar, muy completo. Y los cálculos, a mano, impresionante.
Hoy día no venía el jefe, pero yo tenía mi proyecto así que llegué a seguir leyendo, pero Juanjo me dice, para que haga algo más entretenido y útil a la vez, que instale y ver si aprendo a usar un programa que calcula no se que coeficientes térmicos (me vieran Lira y Escobar) según la normativa española. Al parecer ahora exigen que todos tus cálculos vengan justificados con el famoso programa, así que mi jefe, que ya tiene todo hecho a mano, va a tener que aprender informática… En todo caso, estuve aprendiendo del programa y creo que voy a ser capaz de usarlo, así que puede ser que me dedique el mes que me queda a dejar los cálculos hechos con el programa, a ver si de verdad soy útil y todo este entrenamiento ingenieril ha servido para algo. Por ahora, debo decir que estoy muy contento con la práctica, y que parece que se viene interesante. Ya les contaré.
Un cordial saludo (emulando a la Doctora Polo), y me despido, adiós!

4 comentarios:

JOTA dijo...

Buena Juano... que chora tu práctica. En realidad me sorprende lo motivado que estás con respecto a algo relacionado con la ingeniería. Creo que ya tienes otra fuente de inspiración para terminar ingeniería sin calculadora... Oye, supiste que tu hermana entró a psicología en la Los Andes??? bueno... estamos al aula. Saludos

Warning dijo...

wena juano... yo aca sigo bajando mi calidad de vida... suerte con lo tuyo, apena te lleguen fotos de la tere me las envias...

bea dijo...

Hola juanin!! que chora tu práctica, hasta a mi me gustó! te echamos de menos!! además te perdiste el rico asao del otro día... todo por estar matándote de frío. Besos!!

Unknown dijo...

Tani! Que agrabable estar haciendo la practica en madrid, pero vuelve pronto pa que vallamos al finitezza. un besote pasalo increible en portugal!