8/26/2008

Tex Mex

Madre mía, cuanta razón tenías, pero que equivocada estabas, cuando me dijiste que iba a volver gordo porque acá iba a comer puras fajitas y ketchup. Lo de gordo, seguro que sí, pero difícilmente por comer tortillas de harina o esa dulzona salsa de jitomate (hay que hacer la distinción) a la que mucha gente es incomprensiblemente adicta... Si hay algo que me ha sorprendido es lo distinta que es la verdadera comida mexicana de lo que nos venden en Chile, envasado en el supermercado bajo el absurdo nombre Pancho Villa, y que seguramente no ha pasado por esta tierra ni un eslabón de la cadena de producción.

Mito: El guacamole tiene tomate, pimentones, o algún otro alimento rojo que resalta dentro de la palta. ¡Falso! El guacamole verdadero es puro verde, palta, cebolla picada, alguna hierba que no he logrado descifrar (perejil o cilantro, no me decido todavía) y, por supuesto, ese toque picante pero sabroso que nuestro ají chileno rara vez consigue: el chile.

Igual es raro estar en un lugar donde tu país se llama igual que uno de los alimentos de la canasta básica. Yo sigo hablando del ají, no me sale todavía lo del chile. Es comprensible. Es como si llegara a Santiago alguien proveniente de Marraqueta. Aunque eso en realidad sería todavía más raro, porque si se traslada a provincia se haría un problema con el pan batido o el pan francés... ¡Pobre marraquetano! ¿O marraquetense? ¿Cómo se llaman los nativos de Marrakesh? ¿Tendrán ese problema cuando vienen a Chile? Se me ocurre que el nombre marraqueta puede tener origen allá en el norte de África...

Pero bueno, volviendo a las fajitas y eso, si, se come mucha tortilla acá, pero nada de tortillas paliduchas de harina, sino que tortillas hechas de puro maíz. Como se nota la diferencia... Aparte del color, claro está, el sabor es absolutamente distinto, mucho más rico y alimenticio, que está hecha de verdura! En donde te venden los tacos en la calle, andan con una especie de caja metálica repleta con la masa de maíz ésta, la cual te cocinan en el minuto frente a tus ojos, aplastando la masa hasta conseguir una tortilla perfectamente redonda, la que te rellenan con tus ingredientes favoritos y salsa. Mis favoritos: los tacos al pastor. Es un taco en que la tortilla es muy amarilla y de menor diámetro, como del porte de un cenicero de restorán. Te dan doble tortilla, rellena de carne, cebolla picada, cilantro, piña (opcional) y el toque de la salsa. Delicioso! Aquí se ríen de los atletas mexicanos en Beijing (que a todo esto, sacaron otro oro en taekwondo ¡¿?!) que les preguntan que es lo que más echan de menos. “¡Pus los taquitos al pastor!” (Léase en tono ranchero), cuando acá puede que pasen meses sin comerse ninguno. Es lo que pasa cuando pierdes algo que sabes que tienes...

Comentario al margen: Que mal aprovechada tenemos a la palta allá! Y no es un tema de precio, que cuando los mexicanos fueron a Chile estaban impactados de la cantidad que te echaban en los sánguches, además que prácticamente todos tenían palta entre sus ingredientes. ¿Y para qué más usamos la palta? Pan con palta. Palta Reina. Cortada en cubitos adentro de la ensalada. No se me ocurre nada más. Una vez me comí una pizza con palta, lo más transgresor que he visto, por obra y gracia de mi amiga Toña. Y sería todo. Acá no es sólo ya lo del guacamole, sino que la manejan con un cuidado... La semana pasada comí en un sitio vegetariano, donde me trajeron una ensalada que yo pensé que estaba cubierta con una enorme hoja de lechuga. Meto tenedor para pincharla y descubro que no es una hoja, sino una salsa hecha de palta, tan perfecta que parecía que fuera una hoja sólida... Impresionante! Aquí, la palta me la he comido hasta caliente y flotando en el mayor descubrimiento gastronómico hasta el momento: la Sopa Azteca.

Merece párrafo aparte. Yo la sopa me la tomo porque me la ponen, jamás se me ocurriría expresamente pedirla. Ya si es con un pedazo de pan al lado, bueno, pero para tener algo que masticar, crujiente, y terminarme la sopa mientras tanto. Tampoco es que yo sea Mafalda, aunque me dejaron bastante traumado los últimos días antes de venirme con la “sopa quemagrasas” que se les ocurrió implantar virtualmente de plato único a modo de dieta familiar... Espero que no sigan alimentándose con eso, a todo esto. La cosa es que la sopa y yo no tenemos nada especial. Hasta que conocí de manos de la Sra. Silvia, santa madre de Gustavo, a esta Sopa Azteca. En un solo plato reúne las características del pan con sopa, una sopa crujiente, ya que está hecha en base a tortilla de maíz! La sopa es un caldo medio rojo, probablemente por el chile, con un montón de pedazos de tortilla que no sé como logran mantenerse crujientes hasta el último sorbo, además de tener pedazos de palta y queso de cabra logrando una combinación de sabores de verdad increíble. Sin duda, mi plato favorito en lo que llevo aquí, será difícil destronarlo...

Es curioso que se me ocurra hablar justamente hoy de comida, primer día en que he vivido en carne propia la llamada “Venganza de Moctezuma”... Pensé que había pasado invicto después de más de una semana, en las que no le he hecho ascos a ninguna salsa picante, he comido en la calle, y sólo me he cuidado de no tomar agua de la llave más que para lavarme los dientes. Es más, creo que Moctezuma, al ver que no se la podía conmigo, se alió con el Tío Sam, porque sospecho que lo que me cayó mal fue una pizza que sobró hace unos días y que teníamos guardada en el refrigerador. Es que hasta ayer no teníamos microondas, el cual estrené calentando la susodicha pizza. Se notaba que estaba pasada, pero igual me la comí. Ahora, sin derecho a queja... Y doble castigo, porque acabo de enterarme de una tradición mexicana que desconocía. Como estrené el microondas, pasé a ser el “padrino” del aparato, con lo que tengo que pagar la mitad... Gustavo, tendrá que ser en cuotas, iniciándose el día que encuentre pega!

8/22/2008

Carrusel Deportivo

Tendrán que perdonarme si caigo en sonsos errores de tipeo, pero es que los teclados de este local no están en muy buenas condiciones... Haré mi mejor esfuerzo!

Una de las cosas que más me han gustado de México es que he podido retomar una costumbre provinciana que había dejado en el olvido llegando a vivir a la capital, articulizar los nombres propios! Con toda comodidad y sin miedo al ridículo puedo preguntar por el Eduardo, el Adrián o el Gustavo, con una facilidad que no recordaba tener. Algo de serenense hay todavía en mí!

Pero no es ese el tema que quiero discutir hoy. Es que el 20 de Agosto fue un gran día para el deporte mexicano y tuve la posibilidad de ser espectador privilegiado de aquello. Ese día, México ganó su primera medalla de oro de los Juegos Olímpicos. ¿Se pueden imaginar en qué? Ni lucha libre, ni clavados, ni marcha, nada más y nada menos que el oriental Taekwondo... Y en la final no había chino, coreano o japonés, sino un hermano dominicano que al parecer es campeón en la categoría. Al principio no entendía nada, los competidores gritaban como si hubieran ganado un punto pero nada, y otras veces en que parecía que no había pasado nada, el marcador cambia a favor de alguno de los jugadores. Después de ver tres o cuatro partidos, que aquí repitieron incansablemente toda la carrera del mexicano hasta el oro, ya logré enterarme un poco más de que se trataba la cosa.

Patada en el abdomen, un punto. Patada en la cabeza, dos puntos. Para que el punto sea válido, los cuatro jueces de esquina tienen que marcarlo, si no, no hay punto. Se juegan tres tiempos de dos minutos cada uno. Si hay empate, se va a un cuarto tiempo de hasta dos minutos, para jugar al punto de oro. Si nadie logra el punto, se va a la decisión de los jueces. Los cuatro jueces de esquina entregan un papelito con su opción. Si hay unanimidad, habemus ganador. Si no, la decisión la toma el árbitro principal, que es el que está sobre el tatami de lucha todo el partido, con la facultad de amonestar a los jugadores si no atacan, se tiran al suelo etc. Dos amonestaciones te quitan un punto. Y eso es, más o menos.

El combate por el oro fue bastante dramático, no sólo porque se llegó al punto de oro después de que terminaran 1 a 1 los 3 tiempos anteriores, además se llegó a la decisión de los jueces, con la tensión que eso significaba. Competidores de frente y el juez levanta la mano derecha, donde se encuentra Guillermo Pérez, señalando que México ha conseguido medalla de oro en un deporte que nadie entiende, pero siempre se agradece. Eso sí, a costa de desequilibrar la balanza de países, que hasta ese minuto yo iba ganando con una de plata... Habrá que ver que pasa los próximos días.

Pero no todo terminó ahí, porque el mismo día en la tarde empezaban las eliminatoriasde la Concacaf para el Mundial 2010, con el partido México - Honduras en el Estadio Azteca. Y yo no sólo vi el partido, sino que lo vi sentado en la tribuna del estadio más grande del mundo, según se dice aquí. Es que desde que la FIFA obligó a Brasil a cambiar los tablones del Maracaná por asientos, ahora el Azteca tiene mayor capacidad, unas 220.000 personas, todo un orgullo para los mexicanos.

El estadio está absolutamente repleto. Se observa en una esquina una mancha blanca y azul, la barra de Honduras, rodeada de una enormidad verde dispuesta a comerse vivos a los hondureños. La pantalla gigante repite el combate de taekwondo y el público vibra, para ir calentando el ambiente. Un litro de cerveza en vaso de cartón Corona y salen los equipos. Abucheos generalizados para los hondureños. Les pifiaron un poco el himno, pero sólo al principio. Himno mexicano y nos ponemos de pie. "Mexicanos al grito de guerra...", que es la única parte que me sé, pero escuchar a 200.000 personas cantándolo fue bastante emocionante.

Consejo si eres arquero del equipo contrario jugando en el Estadio Azteca: cuando tengas que tirar un saque de meta, hazla corta! Que el público mexicano procede a poner las manos al frente, moviéndolas como si tiritaran mientras entonan un "Ehhhhh...." que culmina, en el minuto en el que el arquero patea la pelota, en un estruendoso "puto!" que resuena en todo el estadio. Risa generalizada, pero que toda esa gente te grite, debe ser der terror. La rutina se repite en todos los saques del partido, con más o menos fuerza dependiendo del minuto.

Lo de comentarista deportivo definitavemente no es lo mío, pero alguna breve reseña habrá que hacer del partido. Primer tiempo, México domina el partido pero no consigue meter un gol. Hasta que más menos en el minuto 25 o 30, tiro libre y gol de los hondureños. El estadio enmudece. La barra hondureña salta, pero apenas se escucha. Un hondureño, sentado atrás nuestro, no se atreve a celebrar el golazo (que lo fue), por claro miedo a sufrir un sacrificio al estilo azteca ahí mismo. Termina el primer tiempo y la melancolía ronda el ambiente. Ponen de nuevo el combate del oro mexicano, para intentar subir la moral del público.

Segundo tiempo. Y que no logran concretar el gol. El público empieza a desesperarse, y empiezan a pedir a coro a Cuauhtémoc, que me explican que es todo un personaje, un poco naco, ya entrado en años, pero que sabe ponerle ánimo al equipo, como para dar vuelta el partido. El DT, que a todo esto se estrenaba en este partido, no hace caso, y hace dos cambios, pero Cuauhtémoc brilla por su ausencia. El público está derrotado, y yo me siento como en casa, como en esos partidos en que Chile esta perdiendo con Bolivia o Venezuela en el Nacional y no hay caso de revertirlo. Y lo peor de todo, es que no me quiero volver a Chile son gritar un gol en el Azteca! Hasta más o menos el minuto 25, cuando se anuncia la entrada de Cuauhtémoc, un señor sin cuello, igualito a Pablo Mármol en moreno, y el público revive. En cosa de minutos llega el gol mexicano. El estadio se viene abajo, chilla la gente, tiembla la estructura y vuelan los vasos de cerveza. Pero no todo acaba ahí, porque pocos minutos después, segundo gol mexicano y la euforia ya está a tope. Jolgorio nacional, reflejado a pocos minutos que termine el partido, cuando el estadio entero comienza a entonar "Cielito Lindo" a coro. Que momento! Los mexicanos han respondido al grito de guerra, sufriendo eso sí, pero logrando superar a su difícil rival. Aunque si Chile definiera ante Honduras las eliminatorias, seguro que estamos en Sudáfrica el 2010...

8/19/2008

Yo no quiero ser turista!

Y arranca nuevamente este blog, que durante los próximos 75 días (o quizás más, nunca se sabe) se dedicará unicamente a reseñar todas las alternativas que ofrece la interminable Ciudad de México! Pero, eso sí, creo que voy a cambiar el formato del mail eterno, que al final me agotaba yo de escribir y ustedes de leer, así que he decidido abarcar poco en los posteos, para no marearlos...

Como siempre que uno aterriza en alguna parte la pregunta de rigor es ¿cómo estuvo el vuelo? pues respondo. Muy bien! Lan Chile es mi aerolínea, porque a pesar de el señor roncando y la niña mañosa chillona, el viaje estuvo muy agradable. Despegué de Santiago con lluvia, esperando el sol en el DF. Aterricé en medio de una tormenta eléctrica, tal como la que ahora mismo observo... Es que aunque sea verano, acá la tónica es nubes y algo de lluvia todos los días, pero con una temperatura muy agradable, así que no me quejo! Venía con miedo de sufrir mal de altura, que yo conocí San Pedro de Atacama y el Lago Chungará bajo los efectos del Dramamine. Sin embargo, la altura sólo se ha manifestado como una pequeña sensación de mareo que según se mire podría considerarse hasta agradable, como quien ha tomado vino y se siente que le entra el sueño de a poco...

Pero bueno, ahora mismo me quería enfocar en un aspecto fundamental de esto de viajar: ser turista. Yo pensé que igual podía ser que pasara desapercibido por aquí, pero y llegando Gustavito me dijo que imposible: no puedo tener más pinta de extranjero... Y la verdad es que tiene toda la razón. Si es pasear por cualquier calle, entra a cualquier restorán o subirte a cualquier vagón del metro, y soy el único de los presentes al que le falta una cosa y le sobra otra. Me falta, evidentemente, embadurnarme la cabeza con litros de gomina cada mañana, para moldearme el pelo en un sinfín de estilos, que es otra cosa que he descubierto. No sólo sirve para peinarte para atrás, como tanto le critiqué a Gustavo cada vez que nos reencontramos, sino para elevarte una cresta, moldear un jopo al estilo Elvis, o simplemente para fijar tu pelo ondulais de forma absolutamente innecesaria, que si no te hubieras puesto gel se vería exactamente igual... En todo caso, para eso ya venía preparado. Pero lo que me sobra, que me distingue también de cualquier mexicano que me he topado hasta ahora, si me pilló más desprevenido: la barba... No creo que sea mal visto, pero bueno, el caso es ue nadie usa barba en esta ciudad. Lo más cercano es el bigote, pero para eso tienes que tener más de 40, antes no se usa. Súmale que la barba es roja y te cuento... Así que me quedan dos posibilidades, o afeitarme y engelarme o quedarme tal como estoy. Lógicamente, me quedo con la segunda. Por ahora, aspiro a pasar por inmigrante que vive en la ciudad.

La estrategia es clave: caminar rápido y poner cara de saber adonde vas. Todavía no me resulta demasiado, sobre todo porque no logro ubicarme muy bien. Además, para Gustavo soy como un niño que quiere independizarse muy rápido, ya me tiene prohibido salir a tierra en las siguientes estaciones de metro: Tepito, Lagunilla y Merced. También me prohibió Garibaldi (la estación, no el grupo), pero estamos en conversaciones al respecto... Es que mi abuela me comentó de la Plaza Garibaldi, donde hace años un amigo de ellos cantó "Volver" con los mariachis, e incluso mejor que ellos, en una tarde de paseo por ahí. Quedamos en que puedo ir pero acompañado, con él y sus amigos cuando llegue Marta.

Pero volviendo a la estrategia, es fundamental ubicarse. De a poco me voy ubicando en el metro, que es probabemente, otro de los grandes espectáculos de esta ciudad... Al parecer hay como 14 líneas, y yo por ahora voy conociendo 3. Curiosidades varias: además de que las líneas tengan color, cada estación tiene una especie de logo que la identifica. El problema es que en muchas estaciones el nombre no se ve por ninguna parte, y tienes que identificar donde estás por tu propio sentido de la orientación, o por el logo este, que sumado a que muchos de los nombres son dioses aztecas, a mi me ha parecido tan complicado como aprenderse los kanjis japoneses...

¿Pichiruchi 100 pesos? El comercio ambulante del DF no se reduce sólo a las micros, el metro estálleno de personajillos subiendo y bajando vendiendo desde linternas por 500 pesos a libro de historia mexicana, empastados y con tapa dura, por luca... Se suben con una mochla/parlante entonando a Vicente Fernández pra vender un cd con 200 canciones de rock, tamie por 500 pesos. Pero a nivel espectáculo, lo más increíble fue que se sube un tipo bajito, sin polera, cargando una especie de paño. Con el metro andando, abre el paño en el quelo, que resulta estar lleno de pedazos de vidrio, botellas rotas y demases, además de una que otra moneda entre medio. mpieza a abalanzarse con fuerza encima del montón de vidrio roto, los brazos, las manos, el pecho, mientras pide una moneda y explica que prefiere dedicarse a esto que robar en la calle...

Me habían advertido que el metro iba repleto y bla bla bla, pero bueno, como santiaguino que soy eso no me llamó la atención en absoluto. Pero cuando me tocó hcer cambio de línea en la estación Pino Suárez a las 6 de la tarde, presencié cosas absolutamente desquiciadas... Mientras nos cercamos al andé, na policía detrás de un cartón negro bloquea la entrada y chilla cada 30 segundos "sólo mujeres", como si no la hubiésemos escuachado la primera vez. Está bien, si se sienten más seguras yendo solas en su vagón, problema de ellas, irán igual que apretadas que el resto, seguro. Pero me acerco al lado donde sí podía entrar y me topo con una fila de unos diez policías, todo gritando a viva voz "Avance, avance" en la cara de cada uno de lo pasajeros que se le cruza. Los más creativos añaden "Avance hasta el final del andén" o, mejor aún, "Avance que está bloqeando la pasada"... El coro infernal no se acaba nunca, llega el metro y ya con las puertas cerradas sigues escuchando "avance, avance". Nunca en mi vida me había sentido tan parecido a una oveja, un chancho o una vaca.

8/14/2008

Voy y vuelvo!