11/13/2006

Telegrama STGO - MXDF

El escrito del día de hoy va dedicado a mi amigo Gustavo (alias Gustavito, Gucho, Guccio, Gusnaco, Chilango), oriundo de México DF, quien hoy cumple ¡25! años, y a quien no veo desde que no cumplía ni los 24... Mucho tiempo ya!


Bueno, para los que no sepan, Gustavito fue mi partner por ese ya lejano primer semestre de 2005, en donde agarré camas y petacas y partí rumbo a Madrid para mi esperado intercambio "académico". El primer día de clases, a mediados de febrero de ese año, llego solo a una sala llena de expañoles y alguno que otro extranjero. El ramo era "Habilidades de Comunicación Empresarial y Profesional". En una esquina, yo sentado solo. En otra esquina, se escuchaban acentos extraños: eran el clan de los extranjeros que ya se conocían. El profesor, para introducir el curso, nos pide presentarnos y explicar por qué tomamos el ramo. Yo, un poco aburrido, empiezo a escuchar explicaciones del tipo, es muy interesante, es bueno para mi carrera, la globalización y bla bla. Llega mi turno, y cuento que soy chileno, que acabo de llegar, y honestamente reconozco que los chilenos hablamos muy mal, así que me interesaba el curso para expresarme algo mejor y que se me entendiera bien. Entre la risa generalizada, una carcajada provenía del ala extranjera de la sala: era Gustavito, mofándose a viva voz del chileno que iba a España a aprender a hablar castellano...

Ya el segundo día, estaba perdido buscando la sala de otro ramo, llegué a la sala y no había nadie. Me quedo esperando y aparece a lo lejos un mexicano con exceso de gomina, a quien altiro reconocí como el susodicho burlón. La cosa es que estaba en el mismo ramo, y tenía la misma confusión de sala. Y así buscando la sala, conversamos, nos reímos y terminamos siendo amigos.

Y bueno, así empezó todo. Entre las múltiples gracias de Gustavito estaba su debilidad por las chicas europeas rubias, de preferencia que hablaran idiomas impronunciables. Su casa se convirtió en sede de múltiples carretes, como las difíciles de olvidar noches del tequila, del pisco y del vodka polaco. Y también por supuesto, hicimos alguno que otro viaje, a los que me refiero en seguida.



Primero estuvimos en Túnez, donde además de conocer mezquitas, baños turcos, y ser asediados por comerciantes árabes en la medina de Sousse, estuvimos a punto de ser deportados llegando al país al darse cuenta que Gustavito no tenía visa para entrar... Después del pánico que me dio pensar que este se iba deportado y que yo me quedaba solo en un país donde hablaban francés y árabe, los funcionarios de aduana, después de alguno que otro trámite, le hicieron una visa ahí mismo. Para que digan que los árabes son complicados, a ver si los gringos te dejan entrar tan fácil a su país...


También nos fuimos de viaje a las Islas Canarias, a visitar a mi tío Diego, y a conocer las míticas playas nudistas, más un grupo de gente de los más sorprendente. Y yo que creía que lo había visto todo...

Un poco más adelante, partimos a recorrer la costa norte de España, en compañía de una alemana y una austríaca cuyos nombres no recuerdo porque nunca abrieron la boca y se dedicaban a sacarse fotos de calendario en cada piedra que veían, y Guillaume, nuestro amigo francés obsesionado con la montaña y la vida al aire libre... Un saludo para él también, que por lo último que supe, está radicado en Camerún, disfrutando de la selva, el desierto, o lo que haya por ahí...

Pero aparte de viajar, la vida en Madrid seguía. Por ahí por Mayo, con la incorporación de Marta y Kasia las polacas al círculo íntimo, y la ayuda de las compañeras de piso de Gustavito, logramos confiscar el tarro de gomina que escondía celosamente en el baño para lograr que se peinara al natural. Todo un logro estético!

En la casa de Gustavito nunca faltaba carrete. Como esa noche en compañía de Angie la francesa/senegalesa, en la que después de conocer a Mamuska, caminar a pata pelada por el centro y tomarnos los conchos de todo lo que quedara, terminamos cantando y bailando el trencito, con una sesión de fotos que hoy me causa una vergüenza indescriptible.


El último viaje fue rematando los últimos días allá, para aprovechar la playa nos fuimos a Alicante a despedirnos del intercambio. De vuelta en Madrid, Gustavito, Marta y Kasia partieron rumbo a Polonia a conocer a Tatusko y volar en ULM, dejándome solo por un día, para al día siguiente volver a Santiago en medio de una violenta depresión automática...

Y esa es una reseña bien rápida de quien es Gustavo, a quien espero recibir en Chile algún día! Disfruta del cumpleaños y a ver cuando te vienes de visita, ahora que eres un egresado exitoso. Mucha suerte, y hasta pronto!