10/31/2008

Rancherito

Tal vez algunos de ustedes se pregunten dónde estoy ahora mismo. Originalmente, hoy 31 de Octubre debería haber aterrizado en Arturo Merino Benítez, según preveía mi plan de viaje. Sin embargo, una que otra cosa me han llevado a aplazar mi regreso unos días, previo paso por las oficinas de Lan en México, y el pago de una multa por el cambio de fecha, que más bien es como una multa a tu nivel de indecisión. Nada excesivo, pero doloroso en cualquier caso. Pero bueno, vale la pena porque me va a oermitir presenciar un evento mexicano de lo más curioso: el Día de Muertos. Como todavía no empieza, no se muy bien de que se trata, pero una serie de datos prácticos indican algo de lo que se viene:

- Las panaderías mexicanas, que normalmente venden enormes variedades de pan corriente y dulce, ahora ocupan casi el 90% de su espacio en comercializar el Pan de Muerto, una especie de queque con sabor a naranja que por encima tiene unas franjas simulando huesos.
- En todos los puestos de la calle y también sitios más elegantes venden calaveritas dulces en todas sus variedas: de azúcar, chocolate o cubiertas de sésamo (ajonjolí por estas latitudes), con un papelito en la frente para que le pongas el nombre del muerto a quien recuerdas.
- Por las calles el color oficial es naranjo fuerte un poco amarillento, debido a la cempasúchil, flor característica de esta época, que se usa en las ofrendas que se le hacen a los muertos.
- En la oficina pusieron una ofrenda simbólica, en una mesa rodeada de papel picado alegórico y cubierta con pétalos de cempasúchil, pusieron calaveritas con los nombres de todos los trabajadores de la empresa, velas y vasos de agua. Como ninguna de las personas que las calaveritas representan está muerta, más que de tradición es un poco chacreo de la tradición, pero alegra el lobby de la oficina.

Por ahora son los datos que puedo entregar al respecto, que no he visto más. Después del fin de semana, espero ser un experto en esta tradición, a ver si implantamos algo así en Chile... Pero bueno, era otro el tema que quería tocar hoy. Alguno recordará que a pocos días de mi llegada tocaba aquí en México Blonde Redhead, y que estuve transmitiendo de las ganas que tenía de ir a verlos. Pues no hubo caso. Es que las matemáticas no estaban de mi lado. El Teatro de la Ciudad, donde tocaban, tiene capacidad como para mil personas. En el DF viven como 20 millones. O sea, con que el 0,005% de la población de la ciudad estuviera interesado en ir, me quedaba sin entradas. Así fue. Y así ha sido con la mayoría de los conciertos a los que he querido asistir aquí. Se acaban las entradas, o justo ese día no estoy en el DF, o el caso más lamentable, como el que acaba de ocurrir con Foals, es la cancelación del concierto a última hora.

Pero bueno, la cuenta sigue siendo a favor. Tuve la oportunidad de ir a ver en vivo y en directo, en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México a... Vicente Fernández! Yo me quedé igual cuando Gustavo me anunció que tenía entradas para el evento, y me daba un plazo de pocos días para aprenderme alguna canción. No computé muy bien la fecha, así que de aprender algo, difícil. Así que me presenté en el Auditorio a ver la actuación de este personaje, del que poco y nada sabía yo, tratando de ignorar que musicalmente, la ranchera nunca ha sido lo mío.

Lo que me esperaba... Como a la hora veinte, después de unas 20 canciones, se pegó un solo al final de esos que se quedan mucho rato con la misma nota y la gente se emociona y aplaude y bla bla bla. Ovación de pie, y yo conforme, esperando que se prendieran las luces y nos retiráramos del local. Que equivocado estaba... El show duró 3 horas, en las que debe haber cantado como 40 o 50 canciones, de las que yo conocía 3, que más encima fue las últimas que cantó. Yo a esas alturas no quería más guerra, y por mucho que hubiera podido corearle "El Rey", ya no tenía la capacidad mental. Es que "Chente", como lo llaman los fans por aquí, tiene una única premisa sobre el escenario: mientras la gente le siga aplaudiendo el sigue cantando. Y cumple... De hecho, yo creo que al final lo cortaron, había gente que ya se estaba yendo pero el general no dejaba de aplaudir y pedir otra.

Pero claro, en las condiciones que estaba él, quien se iba a querer bajar del escenario... Amy Winehouse en Lisboa es una alpargata al lado de este señor, al cual le hacían llegar al escenario periódicamente vasos con alguna bebida alcohólica, que no confirmamos que es, pero que según nuestras especulaciones podría tratarse de whisky o tequila. Tal vez ambas. Y no sólo eso, sino que dos o tres veces del backstage sale un señor con un cigarro prendido para llevárselo al cantante, que aprovecha espacios mudos o instrumentales para echar una bocanada de humo. Todo esto en un lugar cerrado, donde está prohibido fumar según la nueva ley mexicana. Pero Chente, en su calidad de ídolo de masas, debe estar por sobre la ley. Y a nadie parece importarle demasiado, los vítores se suceden desde cada rincón del Auditorio.

A partir de la mitad del concierto albergué la esperanza de que eventualmente el público quedara conforme y no le pidieran más canciones. "Ya están llenitos?" pregunta Chente y la gente no se cansa de gritar que no, pidiendo más y más. Y aunque esto aumentaba mi nivel de desesperación, hay que reconocerle al señor que tiene una voz bastante impresionante, y la vitalidad de que a sus años aguantó un concierto de tres horas sin perder el ánimo ni la atención del público menos uno, que ya escuchó suficientes rancheras para "llenarlo" el resto de su vida.

1 comentario:

cata r dijo...

uu! día de muertos en méxico. obvio que tenías que quedarte.