5/07/2008

Leones mojados

Piensen en un día lluvioso de invierno. Con harto frío, caminando en la mañana debajo del paraguas, lo más rápido posible para no mojarse cuando, de la nada, aparece un auto a alta velocidad justo en el minuto en que tú caminas frente a un charco de agua... Como en el comercial noventero de Tapsin u otro medicamento del estilo, ese de los hermanos que, tras ser empapados por el conductor demoníaco, vuelven a su casa indignados y resfriados a pasar la gripe. Una clásica imagen de invierno.

Pero ¿podría una situación del estilo darse en otra estación del año? Dificilmente, creerán, a menos que sean yo y les pase lo que me pasó ayer.

Mediodía de un tibio y seco día de Mayo. Cielo completamente despejado, con el calor suficiente como para desprenderme de la bufanda y colgármela en el bolso mientras camino por Los Leones en dirección a la casa de mi amiga Teresita, quien me espera para ir de visita a terreno a los estacionamientos subterráneos de la Escuela Militar. Camino relajado, pero a paso rápido, absorto en quién sabe qué, cuando en dirección opuesta a mí una enorme micro troncal del Transantiago viene a toda velocidad. Una escena absolutamente normal, en cualquier caso, si no fuera porque a medida que se acercaba comenzaba a tomar forma una enorme ola café, en dirección a mi persona. Todo un charco de agua estancada me bañó de pies a cabeza, mientras infructuosamente traté de taparme lo más posible, y ante la mirada de dos señores que venían caminando en contra mío y que presenciaron el lamentable espectáculo.

Con una mezcla de ira y vergüenza traté de salir al paso dignamente. Terminado el chapuzón, seguí caminando al ritmo que llevaba, ignorando por completo a uno de los señores que algo me dijo cuando pasé junto a él. No sé si quería compartir el sentimiento o reírse de mí, pero no estaba yo como para ponerme a comentar el incidente. Desamarré mi bufanda del bolso para secarme un poco el pelo y la cara, mientras miraba como estaba manchado con gotas grises en toda la ropa, y pensaba que estas cosas sólo me pueden pasar a mí...

Sólo me queda preguntarme, ¿de dónde salió esa poza de agua? ¿No la vio el micrero antes de pasar a toda velocidad por encima? Tiendo a pensar que no, pero quien sabe, a lo mejor es parte del nuevo programa de entretenimiento a bordo del Transantiago...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

pobrecito Juan I....
Marta Orchata

B. dijo...

Bueno, luego de tan genial resultado en el examen de grado no puedes esperar que todos los días sean domingo! Jejeje. Cómo tan quemado, juano? Yo creo que de ahora en adelante vas a andar con paranoia por la calle adondequiera que vayas. Un gran abrazo, ojalá las cosas estén bien por allá.

bea dijo...

primero: exijo q la próxima vez q abandones meses tu blog (manteniendonos revisando sin novedades y releyendo la historia de braulio y tiburcio) y lo revivas avises, repito, lo exijo! como parte de tus fieles lectores!
segundo: juanooooo, no se por qué te imagino tan facilmente en esa situación y te entiendooo, a mi em paso lo mismo en los conquistadores saliendo de la universidad. Importemos de esos paraguas con cortinas transparentes hasta el suelo. $$$$

Unknown dijo...

peor es lo que le paso a una amiga de mi mama, que desde una micro amarilla le tiraron un pollo. Asi que viva el transantiago!! (hemos evolucionado)