6/16/2007

La cola del supermercado

Ayer recibí, a eso de las tres de la tarde, una llamada. Que buen inicio de historia, ¿verdad? Pero no tiene ninguna importancia, lamentablemente, sólo era para darle un toque de suspenso... La llamada era de mi madre, quien me solicitaba si por favor podía comprar dos botellas de jugo Watt's. Fue bastante específica en que tenían que ser de esos en botella y Watt's. Los sabores los dejó a mi criterio, no sin antes señalar que el de kiwi le parecía muy bueno.

La cosa es que yo no volvería al hogar hasta pasaditas las ocho, según mis cálculos, con lo que el jugo y yo íbamos a llegar atrasados a la misa/cena organizada para las siete. En todo caso, ni al jugo ni a mí nos molestaba llegar atrasados, sobre todo en consideración que la misa iba antes de la cena, con lo que seguí con las actividades programadas para la tarde.

Como era esperable, la meta de estar a las ocho en la casa se vio truncada cuando recién a las ocho y cuarto hacía yo mi ingreso al Líder de Tobalaba con Las Camelias, también conocido como el Líder de la tercera edad, en directa alusión a los octogenarios que gustan de pasear por los estrechos pasillos del supermercado a ritmo pausado, por decirlo respetuosamente, llenando sus carritos con salvado de trigo, caramelos de anís, y todos esos productos que suelen encontrarse sólo en los refrigeradores de los abuelos.

Me sorprendió a mi entrada el increíble cambio experimentado por el super. Al parecer, la señora Correa, gerenta/modelo de comerciales del Líder, notando los sentimientos hacia ese local específico, decidió modernizarlo con una nueva distribución, estantes más delgados, pintados de negro, pasillos más anchos, letreros negros con verde, y una serie de cambios estéticos que me parecieron ultra modernos. Mi felicidad viró en angustia cuando noté que ya casi nada estaba donde solía estar. O sea, el proceso de encontrar dónde habían puesto los jugos me llevó bastante más tiempo que el acostumbrado.

Una vez encontrado el pasillo, y localizados los jugos Watt's en botella, raudamente tomé uno de kiwi, para después quedarme unos minutos analizando qué otro sabor era el apropiado. Fui seleccionando más que nada por descarte. Los de durazno y damasco fueron rápidamente descartados, por espesos y dulzones. Piña, muy tropical para la estación. Frutilla, podía ser, pero después pensé que llevar un jugo rojo y uno verde era muy navideño, así que la estación tampoco era la apropiada. Así, me quedé con el tradicional jugo de naranja. Gran elección considerando que fue el único que llegó a tomarse por completo, quedando el de kiwi relegado a un segundo plano, siendo su actual destino el refrigerador. Tras la elección de jugos, me dirigí al pasillo del alcohol, dispuesto a comprar un regalo para un cumpleaños que se efectuaría esa noche. Grande fue mi sorpresa al comprobar que ese día tenían un 30% de descuento sobre todo el alcohol, salvo pisco y whisky, con lo que pude comprar una botella de vodka que me dejaría muy bien frente a la cumpleañera.

Feliz con el descubrimiento, me dirijo a las cajas, donde rapidamente me percato que la modernidad no ha llegado a ellas. Eternas colas me hacían presagiar una espera prolongada. Acomodé las tres botellas lo mejor que pude para evitar riesgos de que se me cayeran antes de pagar por ellas. Me instalé en una de las cajas express, para 15 productos o menos, y esperé mientras me llegaba el turno. De repente, desde mi bolsillo empieza a sonar la melodía "Sábanas Blancas, Cama Estrecha", de Mastretta, el único tono de mi celular desde hace unos años ya. Complicado, intento sacar el celular cuidando que las botellas estuvieran a salvo, lo que me lleva más tiempo del que normalmente me demoraría en sacar el celular del bollsillo. Era la Tere, contándome de ésto y aquéllo, preguntándome en dónde me encontraba y hacia dónde me dirigiría en el transcurso de la noche. Le cuento que estoy en la cola del supermercado, del evento en mi casa, y de la lata que me da llegar a la misa que ya se estaba celebrando en mi casa, pero que probablemente me perdería dado lo avanzada de la hora, para mi felicidad.

Cuando cuelgo unos segundos después, me percato de una situación un poco vergonzosa. Yo hablando de lo fome de la misa y demases, cuando una persona más adelante que yo en la cola van dos monjas... Evidentemente se percataron de la conversa, dado mi volumen cada vez que hablo por teléfono. Aunque en lugares públicos trato de pasar más desapercibido con el teléfono, es cosa de que me suene el celular para subir el tono unos decibeles más.

Trato de desentenderme de las monjas y hacerme el tonto, preocupándome de mis botellas, cuando noto que atrás mío alguien tararea una canción conocida. Y no cualquier canción, sino que la canción de mi celular... Y no digamos que sea la canción del verano ni mucho menos, como para que cualquiera la ande tarareando en la cola del supermercado. Espero a que se quede callado, pero el de atrás sigue pegado con la cancioncita. Sorprendido, me doy vuelta a ver quien será, demás que es un conocido tratando de llamar mi atención. Negativo. Un total desconocido, de unos cuarenta años, gordito con ropa de oficina. Ensimismado cantando las notas que probablemente se aprendió mientras sonaba mi celular. Muy extraño. Y en eso sigue mientras avanza la cola, pago y me voy, escuchándolo en su personal tarareo. Paro a comprar cigarros en la tabaquería, y al salir lo veo parado junto a la entrada, haciendo nada. Temeroso ante la presencia de un potecial sicópata, me largo rápidamente del lugar en dirección a mi casa, apurando el tranco para que mi atraso no sea tan notorio. A eso de las nueve hago mi ingreso, la misa ya finalizada y todos listos para comer.

De la comida en sí nada especial que destacar. Se acabó temprano, y me dirigí con el vodka al cumpleaños. Que era bastante lejos. Una vez ahí, intentando recordar cuál era la casa, llamo a la cumpleañera para que me refresque la memoria. No recibo contestación. Llamo a una amiga de la cumpleañera, quien entre risas me informa que el cumpleaños ha sido suspendido. Debo haber sido el único que nunca supo. Así que hubo que regresar, con la cola, y la botella de vodka, entre las piernas.

8 comentarios:

Warning dijo...

eso de la botella entre las piernas, me remonta a los albores del 99, donde la boquita de la botella (o boquiña da garrafa) se precipitaba peligrosamente al entre-piernas de Maria José Campos (la porotito verde).

cata r dijo...

jaja me extrañó lo mismo que a Warning, pero ya está comentado, así que no digo nada.

FelipeT dijo...

No po, eso es: "y vuelve Guano arrepentido, con sus orejas tan tiernas, con el hocico partido y con el-vodka entre las piernas"

bea dijo...

cuánto te demoraste en sacarlo de entre las piernas y transformarlo en vodka tónica?????

Juano dijo...

para que veas bea, sigue en mi closet guardada hasta la realizacion del cumpleaños... en todo caso, si no se realiza este fin de semana, la descorchare el miercoles cuando salga de vacaciones.
de ahi no pasa.

cata r dijo...

invitanos a tomar vodka! ¿queda? podemos comprar otro jugo de naranja watts.

Unknown dijo...

jejeje lo mas curioso es que empezando con la historia de la vodka yo tengo la pagina de tu blog con comentarios y descripciones en polaco... increible... todo gracias a esta vodka creo :D:D:D:D

Anónimo dijo...

nada peor que MI comentario del otro dia del cura...
Como se me paso por la cabeza que podia ser un nuevo pinche de tu mama???
jajajja....y mas encima cura farandulero...